sábado, 2 de junio de 2012

Cada vez más pensionistas mantienen a sus familiares

Muchos jubilados de Madrid soñaban con un retiro dorado, pero la crisis ha truncado sus expectativas convirtiéndolos en sustento económico imprescindible de sus hogares y del de sus familiares más cercanos, según revela el informe publicado por la Unión de Pensionistas y Jubilados de España, con 3.000 asociados en la comunidad.

De los 974.202 mayores de 65 años, que según el INE hay en la región, el 43,8% reconoce que ayuda económicamente a algún familiar o lo ha hecho en los últimos dos años. Lo llamativo es que hace dos años, en 2010, el porcentaje de jubilados que reconocían estar ayudando económicamente a algún pariente –sobre todo a hijos– era mucho menor: el 9,1%.

Es decir, cuatro de cada diez abuelos asumen hoy alguna responsabilidad económica en su entorno más cercano frente al uno de cada diez que lo hacía en 2010. “Ayudan a sus hijos con la hipoteca, el pago del coche o incluso hacen frente a los gastos de comida cuando se quedan sin empleo o sin la prestación, pero les avergüenza reconocerlo públicamente. No tanto por ellos, sino por sus hijos y nietos”, explican desde la Confederación Española de Organizaciones de Mayores.

Problemas de salud
El pudor a reconocer la situación no es la parte más grave de la responsabilidad contraída por los ancianos. “El tener que reconducir sus gastos para disponer de una cantidad que aportar a sus hijos les genera una inquietud que suele propiciar cuadros de ansiedad, con las consiguientes somatizaciones–problemas de sueño, nerviosismo o molestias diversas–”, explica la psicóloga clínica Carmen Bermejo Romero.
Lo cierto –añade– es que muchos “han pasado de sentirse más bien como un estorbo, a ser los protagonistas de la aventura de seguir sobreviviendo. Esto, que tiene un matiz positivo al percibir que siguen siendo necesarios, conlleva una responsabilidad que en muchos casos degenera en estrés”, dice.

Además, la figura del abuelo solidario se da por igual en todos los niveles sociales y, aunque es ligeramente mayor entre quienes tienen estudios superiores, cada estamento aporta en la medida de sus posibilidades, según coinciden en señalar los sociólogos consultados. “Ayudan los que pueden, pero está claro que la situación del pensionista se está tensionando al convertirse en un elemento fundamental para la supervivencia de la unidad familiar”, aclaran.
Los ancianos de la región han dejado además de ser destinatarios de la ayuda para convertirse en emisores de la misma. Si en 2010 era el 12,5% de los mayores de 65 años de la región los que reconocían que sus hijos los ayudaban económicamente comprándoles comida o pagándoles algún recibo de luz o agua, en 2012 solo el 7,5% de ellos afirma seguir recibiendo este tipo de ayudas.

“Los ayudamos a pagar el alquiler”
En casa de José María Pérez —de 72 años, jubilado y con un hijo— entran casi 2.000 euros entre su pensión y la de su esposa. “Tenemos la casa pagada y podríamos vivir muy bien”, dice. Pero la realidad es otra, ya que esta pareja de septuagenarios ayuda económicamente a su único hijo, casado y con un chaval de nueve años.

“Los problemas empezaron cuando la empresa de mi hijo le dio la baja por invalidez. Le quedó muy poco y mi nuera tampoco ha tenido suerte con el trabajo, está en limpieza, echa cuatro horas y gana muy poco”. Con esos ingresos tienen que hacer frente a los gastos de alquiler y manutención de una familia de tres, con un hijo pequeño.

“Los ayudamos con el pago del alquiler y los gastos. A veces es mi mujer la que les hace la compra o les da dinero para sus necesidades”, dice. “Yo tampoco pregunto”. De hecho, su esposa y el resto de la familia ha preferido no tener que salir en la foto acompañando al abuelo.


Fuente: http://www.thefamilywatch.org/nos/nos-2949-es.php

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