Cada vida humana aparece ante nosotros como algo único, irrepetible e
insustituible. Todos los seres humanos son iguales en el derecho a la
vida.
Esta igualdad es la base de toda auténtica relación social que,
para ser verdadera, debe fundamentarse sobre la verdad y la justicia,
reconociendo y tutelando a cada hombre y a cada mujer como persona y no
como una cosa de la que se puede disponer...
La apertura a la vida es
signo de apertura al futuro.
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