Charlamos con Ignacio Socías sobre
las consecuencias de la crisis económica en la familia, la juventud y el
desempleo. The Family Watch asegura que la familia es la principal red
de apoyo para superar los momentos de crisis, y advierte además de que
es necesario implementar políticas de empleo específicas para los
jóvenes, el sector más castigado en esta crisis.
¿Cómo ha afectado la crisis económica a la unidad familiar?
En primer lugar, el concepto de exclusión social se debería ampliar a las consecuencias de las rupturas familiares. Aún en España no lo vemos tanto porque la fuerza de la familia es muy fuerte, pero en otros países, sí. Se ve que en una situación de dificultad como puede ser la crisis, en ocasiones la familia se refuerza, pero en otras no, y de ahí se puede derivar una situación de gran exclusión social. Por ejemplo, ¿qué ocurre con los ancianos? En una familia que está muy unida, la crisis puede reforzar los vínculos, pero, si no son muy fuertes, cabría preguntarse por qué tengo que pagar la asistencia de mi padre. Esto pasa con los ancianos, con los arruinados… Es impresionante cómo en España las familias ayudan a otras familias, pero no es lo que pasa fuera de nuestras fronteras. Cada vez más se deja de lado a ese primo o cuñado que, por la crisis, se ha arruinado. Esto nos tiene que llevar a que escarmentemos en cabeza ajena y nos demos cuenta de que hemos de conservar esto que pasa en nuestro país.
¿Por qué está sucediendo algo así en las sociedades europeas?
El tema esencial es el valor del compromiso. Es como quien tiene un contrato fijo y uno temporal. Si tienes uno fijo, aunque no estés ganando lo que te gustaría, ni sea el puesto deseado,… como no estás en un contexto de provisionalidad sabes que la dificultad de hoy no tiene gran importancia. Si tienes un contrato temporal es diferente. Con contrato fijo hay compromiso de estabilidad.
La familia, en realidad, es un proyecto, un proceso, no es algo instantáneo…y además, la familia exige un tiempo. Es un proceso y ese proceso exige que haya un compromiso. El problema es que muchas veces el matrimonio se ve más como una meta y no como un punto de partida.
Tener hijos no solo significa tener hijos, es tener hijos y educarlos. La experiencia en Europa del norte es que ha aumentado la natalidad pero no se ha conseguido que los hijos nazcan en un contexto en el que se eduquen. Un ejemplo lo vemos en casos como Finlandia en el que tenemos unos grandes índices de alcoholismo en jóvenes, de drogodependencia y suicidio, y sin embargo los mejores resultados en el informe PISA.
Entonces, ¿se trata además de una crisis de valores?
La crisis económica, como toda situación difícil, saca a flote lo que hay en el interior de la persona. Si uno es generoso tiende a ser más generoso y si es egoísta, más. Hay familias a las que estas circunstancias han servido para unirse mucho más y hay otras en las que ha sucedido lo contrario. Todos los cambios sociales de las últimas décadas han provocado gran desconcierto porque hay gente que no tiene claro lo que es la familia. En una crisis como la actual, si eso no está claro, sale lo que hay dentro. Está claro que nadie es más feliz por tener más. Con eso nos hemos engañado durante un tiempo. La crisis económica ha acelerado el que caigamos en la cuenta de lo que es verdaderamente importante. Esta crisis se ha producido en realidad porque ha fallado la confianza.
¿Y por qué ha fallado la confianza?
Porque se ha perdido el sentido del compromiso y el lugar esencial de la familia. Los valores, o los aprendes en la familia o es difícil aprenderlos en otro sitio. Es muy difícil que alguien aprenda a ser honrado, sincero… si no lo ha aprendido en ese entorno. El sistema educativo puede complementar, pero es necesario que aprendan en el seno familiar. Y, si hay crisis de familia, hay crisis de valores y si hay crisis de valores, al final, las relaciones humanas se dificultan mucho.
La crisis, como toda situación de dificultad, es un test. Pone a prueba si esos vínculos familiares son fuertes o no. Si hay algo claro es que la familia es una red de solidaridad mutua. Yo doy, no porque vaya a recibir a cambio, doy sin esperar recibir. Eso solo sucede en la familia.
La familia constituye, por tanto, una red fundamental en esta coyuntura, ¿no es así?
Algo que no se está atendiendo convenientemente es el desempleo juvenil y es que la población joven se está quedando colgada. Un porcentaje amplísimo acaba los estudios y a continuación, nada. La experiencia dice que en los países donde ha sucedido esto, esas personas quedan marcadas y nunca consiguen un empleo adecuado. Pierden, en primer lugar, la autoestima. Acaban la carrera con toda la ilusión del mundo y la sociedad no les integra, ni les reconoce, ni les admite. Hay quien sostiene que eso puede ser una fuente de conflictividad futura. Es en la juventud cuando uno confirma el concepto de sociedad que tiene. Se van creando una serie de expectativas que el joven espera que se cumplan al acabar los estudios. Pero estamos viendo que ya no sucede así, y si la sociedad no te admite sientes que te han engañado. Esta situación, llevada al extremo y en ciertos estratos sociales, puede conducir hacia la marginación de estos jóvenes hartos de no conseguir dinero de forma, digamos, “socialmente aceptada”. Buscarán, por tanto, otra manera de procurarse unos ingresos. Lo que estamos detectando es una bolsa de gente joven frustrada y que además no puede formar una familia. Además, la formación recibida por cada estudiante universitario cuesta mucho dinero al estado, una formación que es una inversión que se pierde si el joven no puede encontrar un puesto de trabajo acorde con sus estudios.
Ahora son los jóvenes los más perjudicados por la situación económica. Esta crisis en los que más se está cebando es en los jóvenes cuyo desempleo marca las mayores tasas. Viendo lo que sucede en países como Japón, las empresas, cuando acabe la crisis en 4 ó 5 años, no van a querer coger a personas que han estado ese tiempo parados. Contratarán a quien salga entonces recién licenciado.
No hay trabajo en nuestro país para los jóvenes y se ven abocados a marcharse, ¿qué está pasando con la fuga de cerebros?
Hay 60 000 jóvenes que se marcharon de España el año pasado y son muchos de los mejores los que se están yendo fuera. Desde The Family Watch proponemos soluciones enfocadas básicamente en reconocer primero que esto es un problema y, por lo tanto, darle un tratamiento adecuado. Hasta ahora el desempleo juvenil no tiene un tratamiento diferenciado. En Alemania y otros países se ha demostrado que, el llamado sistema dual, es muy bueno. Se trata de que el trabajador esté ocupado en una empresa, quizá con un horario parcial, pero que trabaje con el fin de no quedarse descolgado y así, al menos, ir obteniendo experiencia. Podría consistir, por ejemplo, en recibir formación por la mañana y trabajar por la tarde en una empresa. Eso en Alemania está dando un resultado fantástico. Se trata de evitar que la gente se desenganche. Un joven que se queda en casa sin hacer nada no puede terminar bien. Cada vez hay más gente joven yendo a la consulta del psiquiatra según los especialistas en salud que trabajan con nosotros.
En España, casi la mitad de la población juvenil está en el paro y se está produciendo un “efecto tijera”: es la primera vez que una crisis económica afecta más al empleo de los jóvenes que al de los mayores. Casi la mitad de los jóvenes ocupados tienen un empleo inferior al que corresponde a su formación, es decir, están sobrecualificados.
Todo ello trae consigo una serie de efectos negativos: sociales, porque se pierde la inversión en educación, se disminuyen los ingresos a la Seguridad Social y aumentan gastos de prestaciones sociales; personales, porque aparece una cicatriz profesional y afectiva, motivada por la pérdida de la expectativa salarial, la reducción de la autoestima y el impulso hacia la marginación, la drogadicción y la delincuencia; demográficos, porque se retrasa la maternidad y disminuye la natalidad y emigran los que están mejor preparados.
Lo que sabemos es que se duplicará la tasa de dependencia, así que, o se tendrán que duplicar los impuestos o se tendrán que reducir las prestaciones sociales a la mitad. Finalmente necesitaremos un porcentaje importante de inmigrantes y además cualificados.
¿Aprenderemos de los errores?
La historia nos dice que el hombre tiene una gran capacidad de recuperación. Muchas veces hace falta que caigamos para volver a levantarnos. Es probable que esta generación aprenda muchas cosas y se preocuparán de que sus hijos las aprendan. Quizá durante los últimos años hemos engañado a los hijos y les hemos dicho que pueden conseguir las cosas con la ley del mínimo esfuerzo, pero la realidad acaba por imponerse. Es una pena que no hayamos sido capaces de transmitir lo que la historia nos ha enseñado tantas veces.
Sobre todo es un problema educativo. El sistema educativo actual, simplificando mucho, da la sensación de que transmite la idea de que lo importante es lo que consigas hoy y que el trabajo continuado no sirve para mucho y que mejorar no sirve para mucho. El problema es que luego los jóvenes tienen que aprender las cosas por el camino difícil.
Fuente: http://www.thefamilywatch.org/tfw/tfw-0180-es.php
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