Los docentes de segundo y cuarto de la ESO perciben que los 
conflictos que tienen con los alumnos y los que tienen estos entre sí se
 resuelven sobre todo de forma dominante, mientras que tanto los jóvenes
 como sus progenitores creen que predomina el diálogo, según un estudio 
realizado en Asturias y Canarias.
Esta es una de las conclusiones 
de la investigación que la licenciada en Pedagogía Beatriz Rodríguez ha 
realizado para su tesis, dirigida por las catedráticas de las facultades
 de Psicología María José Rodrigo, de la Universidad de La Laguna, y 
Raquel Amaya Martínez González, de la Universidad de Oviedo.
En 
esta investigación financiada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología 
ha sorprendido "mucho" la percepción que tienen los docentes, dijo 
Beatriz Rodríguez.
Ante los resultados de este estudio, en el que 
han participado 440 menores de segundo y cuarto de la ESO, 440 padres, 
440 madres, 125 profesores y los tutores de los alumnos, los 
investigadores consideran que es importante trabajar con el profesorado 
acerca de los motivos por los que tienen esa percepción.
Insistió 
Beatriz Rodríguez en que se trata de una percepción, pues en la 
investigación lo que se analiza son las tendencias de comportamiento de 
los adolescentes, sus familias y sus profesores respecto a la gestión 
del conflicto familiar y escolar, es decir, lo que dicen que hacen las 
personas.
La intención del estudio es ver si el contexto de la 
familia y el de la escuela influyen en la manera en la que los 
adolescentes resuelven sus conflictos cotidianos, así como ver si la 
resolución constructiva de los problemas influye en el desarrollo 
positivo de los menores, por ejemplo en su autoestima o su autocontrol.
Por
 conflictos cotidianos no se entiende el acoso escolar ni la violencia, 
pues eso sería confundir las manifestaciones del conflicto con el 
problema en sí, explicó Beatriz Rodríguez.
Por ello, se estudió 
cómo se resuelven situaciones cotidianas como las que se originan porque
 hay un profesor muy exigente y suspenden muchos alumnos o cuando un 
chico no es elegido para una actividad por sus compañeros, o qué sucede 
cuando un adolescente llega a casa más tarde de la hora marcada.
La
 legislación española establece claramente al necesidad de colaboración y
 cooperación entre la familia y la escuela, y desde el Consejo de Europa
 a través de la Recomendación (2006)19 sobre política de apoyo al 
ejercicio positivo de la parentalidad, se hace hincapié en adoptar 
medidas para que la escuela sea un agente de apoyo a las familias, 
indicó la investigadora.
Lo que ocurre, dijo Beatriz Rodríguez, es
 que no siempre la colaboración se da en partes iguales, pues a veces la
 familia quiere una cosa y la escuela otra, pero cuando colaboran y 
gestionan los conflictos desde la negociación la repercusión es positiva
 en los adolescentes, afirmó.
La negociación de los conflictos 
cotidianos del día a día en el ámbito familiar y escolar implica, entre 
otras cosas, tener capacidad de argumentación, asumir responsabilidades,
 entender la postura del otro, competencias que son muy positivas y que 
se presupone que los adolescentes tienen que ir asumiendo, comentó 
Beatriz Rodríguez.
En esta investigación se ha visto que los 
resultados difieren en función del nivel educativo de los padres, pero 
no otras cuestiones como si los alumnos son de una zona urbana o rural.
Las
 conclusiones de esta investigación dan pistas sobre cómo los 
adolescentes gestionan los conflictos y el peso que en esa situación 
tienen la familia y la escuela.
Los alumnos consideran que en la 
mayoría de las ocasiones los conflictos los resuelven con un estilo 
integrador, que implica una gestión constructiva del conflicto basado en
 la negociación y la mediación, y perciben que es así tanto en la 
escuela como en el contexto familiar.
Las madres y los padres, de 
entre 40 y 55 años, perciben la realidad de una manera similar, si bien 
la de los segundos es algo diferente porque, por ejemplo, aunque su 
implicación ha mejorado tradicionalmente las progenitoras son las que se
 ocupan más de la educación de los hijos, que les permite tener una 
visión de la conflictividad familiar más parecida a la de sus hijos.
La
 percepción que tienen los profesores es lo que ha sorprendido a las 
investigadoras, por lo que creen que sería importante trabajar sobre la 
percepción del conflicto escolar con los docentes.
En cuanto al 
desarrollo de competencias personales positivas en los adolescentes, 
Beatriz Rodríguez dijo que la resolución de los conflictos de manera 
constructiva favorece a los adolescentes y además repercute en su 
desarrollo personal.
Explicó que si los adolescentes ven que el 
conflicto se puede resolver de manera negociada, se sienten reforzados y
 desarrolla una actitud positiva hacia la autoridad institucional, que 
es intrínseca al contexto escolar.
Respecto a qué contexto influye
 más en los adolescentes, Beatriz Rodríguez indicó que, con pequeños 
matices, se puede decir que la familia tiene más influencia, pero lo que
 parece estar claro es que el efecto más positivo en el desarrollo de 
competencias personales en los adolescentes se produce cuando familia y 
escuela tienen una misma perspectiva en la resolución de los conflictos 
con los adolescentes. 
Fuente: ABC.es 02-04-2012 / 13:30 h EFE