A lo mejor va y aprendemos en España de nuestros vecinos.
Preguntado hace unas semanas el catedrático de Sociología de la Complutense Julio Carabaña sobre la cultura del esfuerzo, comentaba con algunos compañeros que, en realidad, en la escuela española lo que hay hoy es “una cultura del estrés”. “Cuando yo era estudiante, no me ponían deberes; ahora los alumnos están saturados”, afirmaba.
FUENTE: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/02/vidayartes/1333390053_270755.html
Los deberes están prohibidos en la escuela primaria francesa (de 6 a
11 años, igual que en España) desde 1956, cuando el Ministerio de
Educación aprobó una circular en ese sentido. Pero los profesores siguen
imponiendo a los alumnos más pequeños que realicen tareas en casa.
Desde el 26 de marzo, decenas de miles de padres y colegiales franceses
han dicho basta. La Federación de Consejos de Padres de Alumnos de Francia
(FCPE) ha convocado una huelga de deberes de dos semanas para protestar
contra los “trabajos forzosos” fuera del horario lectivo.
Los deberes,
argumentan, no sirven para nada, son antipedagógicos, causan tensiones
en la familia obligando a los padres a ejercer de profesores, alargan
innecesariamente la jornada de seis horas diarias, impiden a los niños
dedicar el tiempo a la lectura, y aumentan las desigualdades entre los
alumnos que pueden beneficiarse de la ayuda de su familia y los que no.
La asociación mayoritaria de padres y madres de alumnos en España, Ceapa, comparte muchas de esas ideas y por eso lanzó un comunicado de apoyo en el que dicen que se están planteando hacer algo similar.
Hay un gran abanico de tareas que los profesores mandan a los
estudiantes para que hagan en casa, fuera del horario lectivo —trabajos,
ensayos, lectura de libros, ejercicios de matemáticas o análisis
morfológicos de palabras—, y parece difícil de discutir que para
adquirir cualquier habilidad sea de alguna manera beneficiosa su
práctica. Pero el debate sobre si los deberes tienen más efectos
positivos o negativos, sobre todo si son tantos que sobrecargan la vida
del alumno, recorre desde hace años muchos sistemas educativos de todo
el mundo, de Estados Unidos a España. El año pasado, el Consejo Escolar
de Navarra se pronunció sobre ello a petición del Defensor del Pueblo.
El Consejo Escolar navarro zanjó el debate dando pautas para los trabajos.A pesar de la controversia científica, que no deja claro hasta qué
punto sirven los deberes para la mejora del rendimiento, decía en un
texto, “es un hecho que las tareas escolares o deberes están arraigados
en nuestro entorno escolar de forma secular. [...] Parece que, en
principio, existe el consenso en nuestra comunidad docente de que las
tareas sirven para inculcar al alumnado el valor del esfuerzo personal y
de la responsabilidad en su formación y educación”, concluyó. Así que
se limitó a dar una serie de recomendaciones sobre las características
que deben cumplir las tareas escolares para casa, como, por ejemplo, ser
motivadoras, no causar discriminaciones ni usarse nunca como un
castigo.
Sin embargo, los más firmes detractores de estas tareas creen que
deberían desaparecer, por lo menos en la escuela primaria. En Estados
Unidos, es constantemente citado en las filas de los enemigos de esas
tareas para casa el libro Causa contra los deberes (The case against homework). Una de sus autoras es Sara Bennett, una madre estadounidense que emprendió hace años su particular lucha:
“Hay muy pocas evidencias que relacionen los deberes con mejores
resultados, especialmente en los primeros cursos de la educación, y aun
así dedican mucho tiempo a esas tareas en casa. Cuando los niños son
pequeños, son incapaces de hacer los deberes ellos solos, con lo que al
final lo que aprenden es a depender de sus padres. Así, en vez de
aprender la automotivación, disciplina y responsabilidad (como dicen
quienes los defienden), lo que aprenden es a depender de otros y a
motivarse solo a base de negociaciones y castigos”, escribe Bennett por
correo electrónico.
“Los niños necesitan tiempo para jugar y socializar”, señala una especialista. La asociación de padres española Ceapa dice que la escuela se ve
obligada a sobrecargar a niños y niñas de unas tareas que, en realidad,
“deberían haber trabajado en la escuela”, se quejan de que es una
práctica “poco motivadora y alejada de la cultura audiovisual en la que
han crecido” y que provocan desigualdades sociales: “Mientras unos
padres intentan ayudar a sus hijos, otros recurren a clases particulares
o academias, otros muchos no tienen ni el nivel educativo ni el dinero
para poder pagar esos apoyos”.
Jean Jacques Hazan, presidente de la FCPE, explica a este diario que
“muchos profesores, sindicatos e inspectores de educación se han sumado a
la protesta y a la discusión porque los deberes son uno de los síntomas
de la degradación que vive la escuela pública en Francia”. Según Hazan,
“el tiempo lectivo está muy mal organizado, y los deberes solo añaden
un trabajo suplementario de repetición que no ayuda a los alumnos a
entender las materias. Si uno no ha entendido la lección en clase con el
profesor, será un milagro que la aprenda en casa solo o con sus padres.
Hace falta que los niños enseñen en casa lo que han aprendido en el
colegio y no que enseñen en clase lo que han hecho en casa”.
La huelga de deberes, que a algunos quizá les suene a broma y que ha
sido rechazada por el ministro de Educación, Luc Chatel, como una
iniciativa “demagógica”, tiene una profunda lectura política y ha
reabierto el debate sobre la escuela pública en plena campaña electoral
para las presidenciales francesas. La federación de padres de alumnos,
que actúa como un grupo de presión, ha invitado a algunos candidatos
para analizar en detalle su programa educativo.
Sus defensores aseguran que sirven para inculcar el valor de esfuerzo. Aunque su asociación no ha dado consigna de voto, el líder de la FCPE
explica que “el mandato de Sarkozy ha sido catastrófico para la
educación republicana, seguramente el peor de la historia. Ha aplicado a
la enseñanza su lema ‘trabajar más para ganar más’, una filosofía
totalmente errónea y antipedagógica. Ha suprimido 80.000 profesores en
cinco años, más del 10% del total, y ha denigrado profundamente la
escuela pública reduciendo a la mitad el gasto para niños con problemas y
suprimiendo del todo la formación de los maestros. Hoy basta un título
de Física para dar clase de Física en un colegio sin tener la más mínima
noción de pedagogía o de psicología. Tenemos profesores con un máster
de su especialidad que son incapaces de transmitir conocimientos”.
La corriente cuasi global de recortar los presupuestos de la escuela
pública, que forma parte del ideario de la derecha neoliberal y que en
algunos países del sur de Europa ha corrido en paralelo al aumento de
los beneficios y las ayudas a la Iglesia católica, ha tenido en la laica
Francia características propias, explica Hazan. “Aquí la Iglesia pesa
menos que en España o en Italia. Pero somos la segunda potencia de la
zona euro y la quinta del mundo y hemos reducido el gasto educativo en
15 años desde el 7,5% del PIB al 6,5%. Además, se han reducido 150.000
plazas de guardería, y se ha favorecido todo lo posible el sistema
privado. El negocio de las academias de refuerzo ha florecido de forma
extraordinaria, mientras la imagen de lo público se derrumbaba”.
De hecho, el debate que plantea la Ceapa en España (donde las
plantillas de profesores se ha reducido en miles y los presupuestos de
enseñanza han perdido más de 3.000 millones en dos años) también más
allá de los deberes, explica Jesús María Sánchez, presidente de la
confederación de padres. De hecho, recuerda que en su nota al respecto
reclamaban reformar el currículum educativo para que sea más motivador,
atractivo, práctico y adaptado a la sociedad del siglo XXI; y más
programas de refuerzo educativo por las tardes en las propias escuelas,
como el PROA, que por cierto hoy peligra por los recortes en los presupuestos en educación.
“Si son pequeños, solo aprenden a depender de otros”, se queja una madre.Pero, aunque la discusión vaya más allá, tampoco hay que olvidar que
el debate sobre los deberes existe y se reaviva periódicamente con gran
encono entre las partes. A la federación de padres de la escuela
católica, Concapa, le parece una locura y una “gran irresponsabilidad” cuestionar esas tareas con una huelga, dijo la asociación en una nota.
Los padres de Ceapa, por su parte, piden que las tareas fuera de
clase sean formación complementaria en bibliotecas o museos, con tareas
de lectura, investigación y utilizando las tecnologías de la información
y la comunicación; y que además se puedan hacer sin ayuda de un adulto.
Además, lo que critican, más que su existencia, es sobre todo su
exceso: “En los últimos años se ha incrementado el tiempo que los
menores han de dedicar en casa a realizar las tareas escolares, lo que
demuestra que la escuela no responde adecuadamente a las necesidades
educativas”. Aunque no se sabe si la situación ha cambiado mucho en los
últimos cinco años, lo cierto es que entre 1997 y 2007 la dedicación
diaria a los deberes escolares de los chicos y chicas de primaria ha ido
aumentando. Mientras los que dedicaban menos de una hora (incluidos lo
que hacen nada) a esas tareas pasaron de ser el 37% al 20%; los que
dedicaban entre una y dos horas, aumentaron del 40% al 48%; y los que
estaban más de dos horas del 23% han pasado al 32%.
Si se consulta a uno de los especialistas que más han estudiado la
eficacia de hacer deberes para conseguir mejores notas, el profesor de
la Universidad de Duke Harris Cooper, a pesar de que los detractores de
las tareas le citan constantemente, lo cierto es que no habla de
eliminarlos, sino de limitarlos. “Los alumnos que hacen deberes parecen
tener mejores resultados que los que no, pero solo en cantidades
apropiadas a su desarrollo”, dice Cooper, aunque advierte que tampoco
hay que poner demasiada fe en que los resultados mejoren
espectacularmente.
Cooper ha repasado las investigaciones hechas sobre el tema y explica
que, según parece, los deberes son más eficaces en la secundaria que en
la primaria porque los pequeños tienen más dificultades para vencer
todas las distracciones que tienen alrededor en casa; mientras los
mayores, además, son capaces de dedicarle más tiempo a las tareas más
difíciles (los pequeños lo dejan).
Una de las quejas de los padres de Ceapa es precisamente la lucha y
el conflicto que supone en las familias perseguir a los chavales para
que hagan los deberes. “Crean tensiones entre padres e hijos. Muchas
veces, para poder hacer los deberes se quedan sin jugar, por lo que
generan rechazo. Es cierto que los niños y niñas tienen que saber cuáles
son sus obligaciones, pero también deberían tener tiempo para jugar”.
Precisamente a esto se refiere la profesora de Educación de la
Universidad de Nueva York Diane Ravitch: “Las tareas no deben ser
excesivas. Los niños necesitan tiempo para jugar y socializar con los
amigos. Para los niños en los primeros cursos, no más de 10 minutos al
día. En ningún caso debe exceder las dos horas diarias al final de la
primaria”. Pero Ravitch añade además por correo electrónico una firme
defensa de ciertos tipos de tareas: “Algunos deberes pueden ser buenos,
como leer libros, escribir ensayos y también ficción o elaborar
proyectos de ciencias”.
En todo caso, el profesor Cooper no cree que la pregunta correcta que
se deben hacer profesores y padres en este debate es si las tareas
escolares tienen más efectos positivos o negativos: “Ambos pueden
ocurrir. Para evitar los efectos negativos, debería evitarse cantidades
muy grandes de deberes, pero también dar flexibilidad a los profesores
para tener en cuenta las necesidades y circunstancias únicas de cada uno
de sus alumnos”, añade. Recuerda, además, que más tiempo no tiene por
qué ser mejor: quizá un alumno tarde mucho más en hacer los deberes
porque aún lo ha aprendido bien y le está constando mucho.
En España, recordemos que casi un tercio de los alumnos de primaria
excede ese tiempo de dos horas diarias que señala como límite lógico la
profesora Ravitch. Además, en los últimos años muchos expertos en
psicología, como la Sociedad Española de Psiquiatría,
han alertado del aumento del estrés entre unos niños cuyas agendas no
dejan de crecer. Aparte del colegio, más del 90% de los alumnos
españoles de enseñanza obligatoria (de 6 a 16 años) desarrolla alguna
actividad extraescolar, y algo más de la mitad, dos o más a la semana.
Preguntado hace unas semanas el catedrático de Sociología de la Complutense Julio Carabaña sobre la cultura del esfuerzo, comentaba con algunos compañeros que, en realidad, en la escuela española lo que hay hoy es “una cultura del estrés”. “Cuando yo era estudiante, no me ponían deberes; ahora los alumnos están saturados”, afirmaba.
FUENTE: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/02/vidayartes/1333390053_270755.html
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