Muchas veces llegamos a casa extenuados después de una larga jornada de
trabajo y encontramos que nuestros hijos han pasado la tarde jugando
videojuegos, chateando en las redes sociales y por alguna razón u otra,
no han hecho sus labores escolares. La situación puede causarnos
molestia, preocupación e incluso desesperación y no siempre sabemos cómo
resolverla de la mejor manera. Es entonces cuando acudimos a los
gritos, regaños y castigos o dejamos que el colegio aporte una
solución.
La apatía escolar no es un
fenómeno estático, nace, se desarrolla, lleva al desinterés, al
aburrimiento y puede mostrar muchas caras, entre ellas: la pasividad, la
inercia, la tristeza e incluso, sentimientos como la rabia, la ira y el
mal humor, lo que puede provocar otra reacción extrema: la agresión
rebelde.
El tema va más allá de la responsabilidad, ya que cuando un alumno
manifiesta poco interés o ninguno hacia la educación escolar, tanto los
padres como los maestros pueden sentir ansiedad y frustración. A su vez,
el niño no quiere ir a la escuela, se siente desmotivado y
profundamente inseguro de su desempeño académico.
Cada vez es más frecuente que representantes, psicólogos,
psicopedagogos y docentes se pronuncien en relación al tema
motivacional de los niños y jóvenes de hoy en día.
Los padres solicitan orientación sobre cómo abordar
la responsabilidad escolar, los docentes reportan tener alumnos poco
motivados en las clases, les cuesta cumplir con la entrega de sus
deberes escolares, estudian y se esfuerzan muy poco. Mientras que nuestros niños se lamentan de las interminables tareas,
de los trabajos adicionales que deben realizar como medidas
disciplinarias, de no contar con la ayuda y disposición de sus padres,
de regaños y castigos en casa y finalmente, de tener que ir al colegio.
Para los docentes es preferible tratar con un alumno con bajo rendimiento escolar y dificultades del aprendizaje,
antes que lidiar con uno que manifieste poca disposición e interés por
el aprendizaje, muchos relatan en su experiencia que con estos niños es
muy poco lo que se puede hacer. Describen que el estudiante está
físicamente presente en clase, pero su mente está “en blanco” o
concentrada en sus propias preocupaciones. Se siente incómodo o se
dedica a molestar al resto de sus compañeros. Lo que quiere decir que el
tema motivacional pareciera influir en el desarrollo del aprendizaje.
¿Qué deben hacer los docentes?
Para
luchar contra la apatía hay que evitar que se produzca, una vez que se
instala es difícil revertirla. Al comenzar las clases es importante que
los docentes detecten a aquellos alumnos que se resistan a participar o
muestren desinterés en el aula. Es imprescindible tratar con ellos de
forma individual, evaluar el problema y sus posibles soluciones y contar
con el apoyo de padres, orientadores o psicólogos. Puede empezarse por
la asignación de tareas sencillas, hay que destacar que cuando
planteamos la desmotivación hablamos básicamente de un problema de falta
de confianza en el rendimiento del alumno. Investigar su situación
social y familiar, citar a los padres y elaborar estrategias en
conjunto, son algunos de los pasos a seguir.
Otra alternativa para hacer que las tareas sean más motivadoras es
plantearlas a partir de la proyección de una película, un cuento
atractivo o el relato de alguna experiencia que les permita aportar sus
opiniones, todo ayuda a que se sienta incluido. La motivación extrínseca
puede en la mayoría de los casos despertar la motivación intrínseca.
Los retos, los cuestionamientos, sólo harán que persista más la actitud
de resistencia. Más bien hay que darles ánimo, imponerles desafíos,
demostrarles que pueden lograrlo. Tanto padres como docentes deben ser
comprensivos y tener mucha paciencia para no darse por vencidos.
Un alumno que no encuentra apoyo en su familia, que reporta sentirse
abandonado porque no siente que sus padres se preocupen por su vida
escolar, fácilmente desarrollará apatía no solo en la escuela.
El éxito escolar es un esfuerzo compartido como principio básico de
una educación de calidad y son varios los factores que influyen para
lograrlo: el compromiso de los adultos y el ejemplo que le den a sus
hijos desde sus primeros años de vida, la actitud de padres y docentes
con respecto al tema educativo, las oportunidades, la organización, la
misión y visión del colegio, las metodologías y técnicas de estudio,
entre otros. Es importante que los colegios también se preocupen por
construir ambientes adecuados para el aprendizaje y cuenten con los
recursos necesarios para hacerlo.
Desde los centros educativos la invitación es a revisar los
contenidos que se imparten, las estrategias con las cuales se transmiten
los conocimientos, las metodologías desarrolladas en el aulas, los
planes de atención para aquellos niños que les cueste nivelarse, las
actividades, los materiales, el tipo de relaciones entre docentes y
alumnos y lo más importante: la innovación en cada uno de esos
aspectos.
Tarea para la casa
La motivación positiva a través del ejemplo y la alabanza es más
eficaz que aquella que parte de la amenaza y el castigo, un principio
para recordar en todo momento. Alentar a los hijos con frases como:
“estudiar a la hora te deja más tiempo libre para después”, “si conoces
bien el tema te va a gustar”, “cuando haces las cosas bien te sientes
más seguro”, “¡anímate! alcanzaste un pequeño logro”, permite una mayor
satisfacción en el cumplimiento de las actividades exigidas.
¿Qué esperas de tu hijo? Las expectativas que
tengamos sobre los hijos han de ajustare en la medida de sus
capacidades. Pregúntate lo siguiente: ¿Prefiero que mi hijo apruebe?
¿Que apruebe con qué calificación?, ¿Qué siga estudiando hasta bachiller
y llegue a la universidad? ¿Conozco como padre las posibilidades y
limitaciones de mi hijo? Tener expectativas reales sobre ellos también
influye en su interés escolar.
Algunos consejos
A continuación, termino con varias recomendaciones que sin duda
elevarán la autoestima de nuestros hijos y ayudarán a que cambien su
punto de vista sobre la escuela.
• Estemos al tanto de las vivencias de
nuestros niños incluyendo su desempeño académico y sus relaciones con
los demás. Esto logrará que se sientan tomados en cuenta.
• Motívalo a estudiar sin regaños o sermones, ayúdalo a establecer pautas de trabajo dedicándole tiempo de calidad. Ellos lo necesitan. Crear un ambiente de estudio en casa también es importante.
• Fomentar actividades tales como: prestar atención, respetar a los demás, ser colaboradores y tolerantes y sobre todo, esforzarse para obtener altas notas a largo plazo, lo ayudarán a desarrollar las destrezas necesarias en el ámbito escolar.
• Modelemos la empatía y la solidaridad, ayudémoslo a manejar la frustración, no siempre se gana o se es el mejor. Reflexionar sobre qué estuvo correcto y que no, le permitirá asumir sus actos con responsabilidad.
• Motívalo a estudiar sin regaños o sermones, ayúdalo a establecer pautas de trabajo dedicándole tiempo de calidad. Ellos lo necesitan. Crear un ambiente de estudio en casa también es importante.
• Fomentar actividades tales como: prestar atención, respetar a los demás, ser colaboradores y tolerantes y sobre todo, esforzarse para obtener altas notas a largo plazo, lo ayudarán a desarrollar las destrezas necesarias en el ámbito escolar.
• Modelemos la empatía y la solidaridad, ayudémoslo a manejar la frustración, no siempre se gana o se es el mejor. Reflexionar sobre qué estuvo correcto y que no, le permitirá asumir sus actos con responsabilidad.
El factor motivacional sin duda está ligado al pensar y actuar de
nuestros niños. Aportemos entonces los principios necesarios que, sumado
al cariño y al afecto familiar, establezcan las bases para una sociedad
proactiva y comprometida.
Fuente: http://www.espaciofamiliar.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=962:mi-hijo-no-quiere-ir-al-colegio&Itemid=324
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