sábado, 12 de mayo de 2012

MI HIJO NO QUIERE IR AL COLEGIO

apatiaescolar71-2Muchas veces llegamos a casa extenuados después de una larga jornada de trabajo y encontramos que nuestros hijos han pasado la tarde jugando videojuegos, chateando en las redes sociales y por alguna razón u otra, no han hecho sus labores escolares. La situación puede causarnos molestia, preocupación e incluso desesperación y no siempre sabemos cómo resolverla de la mejor manera. Es entonces cuando acudimos a los gritos, regaños y castigos o dejamos que el colegio aporte una solución. 

La apatía escolar no es un fenómeno estático, nace, se desarrolla, lleva al desinterés, al aburrimiento y puede mostrar muchas caras, entre ellas: la pasividad, la inercia, la tristeza e incluso, sentimientos como la rabia, la ira y el mal humor, lo que puede provocar otra reacción extrema: la agresión rebelde.

El tema va más allá de la responsabilidad, ya que cuando un alumno manifiesta poco interés o ninguno hacia la educación escolar, tanto los padres como los maestros pueden sentir ansiedad y frustración. A su vez, el niño no quiere ir a la escuela, se siente desmotivado y profundamente inseguro de su desempeño académico. 


Cada vez es más frecuente que representantes, psicólogos, psicopedagogos y docentes se pronuncien en  relación al tema motivacional de los niños y jóvenes de hoy en día. 

Los padres solicitan orientación sobre cómo abordar la responsabilidad escolar, los docentes reportan tener alumnos poco motivados en las clases, les cuesta cumplir con la entrega de sus deberes escolares, estudian y se esfuerzan muy poco. Mientras que nuestros niños se lamentan de las interminables tareas, de los trabajos adicionales que deben realizar como medidas disciplinarias, de no contar con la ayuda y disposición de sus padres, de regaños y castigos en casa y finalmente, de tener que ir al colegio. 

Para los docentes es preferible tratar con un alumno con bajo rendimiento escolar y dificultades del aprendizaje, antes que lidiar con uno que manifieste poca disposición e interés por el aprendizaje, muchos relatan en su experiencia que con estos niños es muy poco lo que se puede hacer. Describen que el estudiante está físicamente presente en clase, pero su mente está “en blanco” o concentrada en sus propias preocupaciones. Se siente incómodo o se dedica a molestar al resto de sus compañeros. Lo que quiere decir que el tema motivacional pareciera influir en el desarrollo del aprendizaje.

¿Qué deben hacer los docentes? 

Para luchar contra la apatía hay que evitar que se produzca, una vez que se instala es difícil revertirla. Al comenzar las clases es importante que los docentes detecten a aquellos alumnos que se resistan a participar o muestren desinterés en el aula. Es imprescindible tratar con ellos de forma individual, evaluar el problema y sus posibles soluciones y contar con el apoyo de padres, orientadores o psicólogos. Puede empezarse por la asignación de tareas sencillas, hay que destacar que cuando planteamos la desmotivación hablamos básicamente de un problema de falta de confianza en el rendimiento del alumno. Investigar su situación social y familiar, citar a los padres y elaborar estrategias en conjunto, son algunos de los pasos a seguir. 

Otra alternativa para hacer que las tareas sean más motivadoras es plantearlas a partir de la proyección de una película, un cuento atractivo o el relato de alguna experiencia que les permita aportar sus opiniones, todo ayuda a que se sienta incluido. La motivación extrínseca puede en la mayoría de los casos despertar la motivación intrínseca. Los retos, los cuestionamientos, sólo harán que persista más la actitud de resistencia. Más bien hay que darles ánimo, imponerles desafíos, demostrarles que pueden lograrlo. Tanto padres como docentes deben ser comprensivos y tener mucha paciencia para no darse por vencidos. 

Un alumno que no encuentra apoyo en su familia, que reporta sentirse abandonado porque no siente que sus padres se preocupen por su vida escolar, fácilmente desarrollará  apatía no solo en la escuela. 

El éxito escolar es un esfuerzo compartido como principio básico de una educación de calidad y son varios los factores que influyen para lograrlo: el compromiso de los adultos y el ejemplo que le den a sus hijos desde sus primeros años de vida, la actitud de padres y docentes  con respecto al tema educativo, las oportunidades, la organización, la misión y visión del colegio, las metodologías y técnicas de estudio, entre otros. Es importante que los colegios también se preocupen por construir ambientes adecuados para el aprendizaje y cuenten con los recursos necesarios para hacerlo. 

Desde los centros educativos la invitación es  a revisar los contenidos que se imparten, las estrategias con las cuales se transmiten los conocimientos, las metodologías desarrolladas en el aulas, los planes de atención para aquellos niños que les cueste nivelarse, las actividades, los materiales, el tipo de relaciones entre docentes y alumnos y lo más importante: la innovación en cada uno de esos aspectos. 

Tarea para la casa

La motivación positiva a través del ejemplo y la alabanza es más eficaz que aquella que parte de la amenaza y el  castigo, un principio para recordar en todo momento. Alentar a los hijos con frases como: “estudiar a la hora te deja más tiempo libre para después”, “si conoces bien el tema te va a gustar”, “cuando haces las cosas bien te sientes más seguro”, “¡anímate! alcanzaste un pequeño logro”, permite una mayor satisfacción en el cumplimiento de las actividades exigidas. 

¿Qué esperas de tu hijo? Las expectativas que tengamos sobre los hijos han de ajustare en la medida de sus capacidades. Pregúntate lo siguiente: ¿Prefiero que mi hijo apruebe? ¿Que apruebe con qué calificación?, ¿Qué siga estudiando hasta bachiller y llegue a la universidad? ¿Conozco como padre las posibilidades y limitaciones de mi hijo? Tener expectativas reales sobre ellos también influye en su interés escolar. 

Algunos consejos

A continuación, termino con varias recomendaciones que sin duda elevarán la autoestima de nuestros hijos y ayudarán a que cambien su punto de vista sobre la escuela.

• Estemos al tanto de las vivencias de nuestros niños incluyendo su desempeño académico y sus relaciones con los demás. Esto logrará que se sientan tomados en cuenta.
• Motívalo a estudiar sin regaños o sermones, ayúdalo a establecer pautas de trabajo dedicándole tiempo de calidad. Ellos lo necesitan. Crear un ambiente de estudio en casa también es importante.
• Fomentar actividades tales como: prestar atención, respetar a los demás, ser colaboradores y tolerantes y sobre todo, esforzarse para obtener altas notas a largo plazo, lo ayudarán a desarrollar las destrezas necesarias en el ámbito escolar.
• Modelemos la empatía y la solidaridad, ayudémoslo a manejar la frustración, no siempre se gana o se es el mejor. Reflexionar sobre qué estuvo correcto y que no, le permitirá asumir sus actos con responsabilidad.  

El factor motivacional sin duda está ligado al pensar y actuar de nuestros niños. Aportemos entonces los principios necesarios que, sumado al cariño y al afecto familiar, establezcan las bases para una sociedad proactiva y comprometida.

Fuente: http://www.espaciofamiliar.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=962:mi-hijo-no-quiere-ir-al-colegio&Itemid=324

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