viernes, 14 de diciembre de 2012

Alfabetización digital de la familia


El pasado 10 de Diciembre celebramos el Día Internacional de los Derechos Humanos y casi todos los centros educativos han preparado actividades que se prolongarán durante toda la semana. Cada nivel educativo ajusta las actividades a la edad, al contexto social y a las noticias de actualidad porque, lamentablemente, no faltan responsables públicos que atribuyen a estos derechos la misma naturaleza que las brujas y los unicornios. Durante los últimos años se ha producido un giro en las actividades porque la atención se está centrando en Internet, es decir, en la vulneración de la privacidad, el ciberacoso o la precocidad de hijos que navegan como Nemo en océanos plagados de tiburones.

Las Tecnologías de la Información y Comunicación no son sólo herramientas o utensilios que mejoran nuestras vidas, son la puerta con la que estamos entrando a una nueva era. Manuel Castell la calificó como Era de la Información y todos los grandes centros de prospectiva mundial están convencidos de que se está produciendo un cambio cultural sin precedentes que requiere una Infoética global. Incluso los teólogos de Roma han convencido a Benedicto XVI para adaptar la Nueva evangelización a los trinos de Twitter.

A diferencia de otras épocas en las que la puerta se abría lentamente, en esta ocasión la puerta se abre con un mando a distancia que, como ya es habitual en casi todos los hogares, controlan nuestros hijos. Es la primera vez que los padres son alfabetizados por los hijos. A diferencia de nosotros que somos inmigrantes digitales, nuestros hijos han nacido con el pulgar adaptado para manejar los códigos de esta nueva era. Este hecho está revolucionando las pautas pedagógicas habituales y se está convirtiendo en el tema estrella de todas las escuelas de padres.

Hay quienes piensan que se trata de un simple cambio de medios, instrumentos o herramientas educativas. Están equivocados, la formación ética en competencias informacionales va mucho más allá de la instrucción en competencias informáticas, basta comprobar cómo la digitalización nos sitúa ante códigos o narrativas más universales, reticulares, móviles y plásticos. No es un problema de datos sino de dotes. El desafío para la familia es espectacular porque gestionamos de manera diferente las relaciones, el lenguaje, los relatos y la memoria. Por eso, el nuevo imperativo de la Infoética en la que trabajamos es la alfabetización digital de la familia.

Agustín DOMINGO MORATALLA Para el viernes 14 de Diciembre de 2012, en LAS PROVINCIAS. GRUPO VOCENTO

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